El deber cumplido: entregadas nueve -9- hojas de vida buscando empleo. Setecientos pesos en el bolsillo (25 centavos de dólar). Precaria condición económica.
Dos de la tarde. Precioso y soleado día. Unicentro, el mall, frente a mí. Los afanes, al menos por ese día, en notorio proceso de extinción.
Pensamientos vuelan, reposo en mi alma, descanso a mi cintura en un banco de cigarrería, viviendo en la tarde, los sueños renovados.
- ¿Dinero? "No te preocupes que no hay", igual nací sin él.
¿Empleo? Esfuerzos ingentes por lograrlo.
Sabor a libertad, capaz, arañando como el que más esta existencia, "vehículo fantasma" que arrolló a los "más pensantes".
Movimientos a mi antojo, gozoso del crepúsculo, caminando, caminando, caminando, ausentes los reparos, los miedos, las amputaciones del sistema.
Idea fija en el encuentro con mi hija, aún distante. Treinta cuadras. Medida en reposo para el resignado "de a pié". Las finanzas no dan para el bus "ni de a peso".
Sol, libertad, vida y ganas. Y setecientos pesos: agüita cristal para la sed más de mil. Un quesito con bocadillo, mil doscientos. la diet coke, ochocientos, en botella casi alcanzo, pero en lata, ¡ni de fundas!
Setecientos pesos, reviviendo mis años de insoportable pantalón corto; los gruños de Don Pastor, "el de tienda": "¿Qué hay de 700? Panelitas de leche, a quinientos la unidad. ¡Qué bueno! Una por favor".
Tres de la tarde, el astro de luz verdaderamente rey. Azul profundo en el cielo, cerros hermosamente despejados. Libre. Deber cumplido. Y al encuentro de mi hija. ¿Cuántas veces anhelado? ¿Cuántas veces trunco en la implacable soberbia humana?
¡Mmmmm! !Qué delicia! Cincuenta por ciento de panelita dosificada en treinta cuadras. Frescura a mi garganta sedienta, suculento manjar sustituto del almuerzo.
Reanudada la marcha, doscientos pesos aún rebosando en mi bolsillo. Un te amo telefónico para aquella a la que creí "estrella de mis años".
Sudoroso, al fin, un beso a mi retoño, abrazo eterno, alegría perdurable. ¿Y el regalo? Cincuenta por ciento restante de panelita de leche. Así, las carencias de aquél día sólo ligeros accesorios para el trasegar del alma. ¡La felicidad existe!
Alex C.